La mirada de amor de hace 100 años, fue una mirada de dolor por la situación por la que atravesaba nuestro país, y que afectaba más directamente la educación de los niños y de los jóvenes.
Hoy la dolorosa de Colegio no sigue mirando y nos mira con dolor, porque más del 70% de la población ecuatoriana vive en la pobreza, porque siete de cada diez niños son pobres; porque de un total de 2591232 niños en edad escolar, el 22,2% (575.253) no tiene acceso a la educación. Y esto sucede en nuestro país que se dice profundamente creyente, y devoto a La Dolorosa.
Ya estamos cansados de ver cada día las mismas noticias, pues hoy pasó esto, ayer pasó lo mismo, hace 10 años también, pero ¿Cuándo será el día que no sepa lo que pasará mañana?¿Cuando será el día que sepa que mañana ese niño de la calle terminará con estómago repleto?
No dejemos todo el trabajo a nuestros gobernantes, porque no lo logran y tampoco quieren, simplemente viven de la ignorancia de nuestro pueblo. Hasta ahora no hemos visto un cambio, nuestro país se hunde más y más en su abismo, y la única forma de salir de él es empujar cada uno con su mano, parecería poco, pero comencemos y vamos a ver que nuestro país si tiene solución
Por eso, convocados ante la realidad, y sintiendo el dolor de su mirada, nos unimos para que ese dolor se transforme en esperanza y alegría, buscando todos juntos la construcción de un nuevo Ecuador, de paz, de justicia, de equidad, resultado de un compromiso por una “educación de calidad, de la nadie quede excluido, y que erradique la pobreza”.
sábado, 24 de febrero de 2007
miércoles, 21 de febrero de 2007
“La muerte de Dios”
Este tema es abordado principalmente por el filósofo alemán Nietzsche (1844- 1900), quien no quiere decir que Dios haya existido y después haya muerto, porque esto simplemente sería un absurdo, ya que éste filósofo nunca creyó en tal existencia. Habla más bien, del fin de la creencia en Dios.
Para comenzar, Nietzsche dice que la invención de Dios es un refugio para aquellos que no pueden aceptar la vida trágica, es decir, la vida tal como se presenta.
Para Nietzsche las virtudes cristianas como la humildad, la obediencia, la compasión, el servicio, en el fondo, provienen de los hombres del rebaño, que incapaces de crear valores superiores se auto desprecian como fracasados y se someten a instintos gregarios y antivitales. (Enrique Bonete, "Nietzsche y la muerte de Dios", Alfa y Omega, 4.V.00).
Después de la muerte de Dios aparece el superhombre, aquel que es capaz de crear valores y que va más allá del bien y del mal.
Para mi, es valedero el pensamiento de que la creencia de Dios a muerto, pues si, se ha dejado de lado el modo de vida que Dios nos enseño, el amor ante todas las cosas. Hoy simplemente nos comandamos por egoísmos. No estoy de acuerdo con la teoría del superhombre, ya que no podemos jugar a ser dioses. Tenemos simplemente que aceptar que existe desde siempre un Absoluto que lo crea todo y que no necesita de nadie. Nosotros somos hombres, es decir, imperfectos. Los valores morales nos lo da Dios, pues Él es nuestro ejemplo y nuestra meta. Si intentamos crear valores nos daremos cuenta que todos ya fueron creados en el principio de los días.
Entonces, la muerte de Dios implica, la decadencia del amor, de la caridad, de la solidaridad. Implica que la sociedad se ha creado dioses, como el consumismo por ejemplo. Hoy tomamos la vida Light. Un domingo preferimos ir a un centro comercial que ir a la iglesia, el último minuto del día lo dedicamos a un celular, a la televisión o al Internet. Pero, ¿Dónde queda Dios? Dios para nosotros existe cuando los viernes asistimos a misa, o simplemente cuando queremos que nos vaya bien en una prueba, cuando necesitamos que algo nos salga bien. ¿Dónde dejamos la gracia? ¿Alabamos de verdad a ese Dios que nos dio la vida?
Dios si ha muerto para nosotros, pues no lo recordamos en su plenitud, no mantenemos esa luz prendida en nuestro corazón en cada momento. Apagamos esa luz cuando herimos al prójimo, cuando faltamos a la caridad o a la solidaridad, cuando somos egos centristas y queremos todo para nosotros, cuando olvidamos que el compartir y saber convivir es el principio de la vida. No vinimos aquí para vivir solos, vivimos para formar un “UNO” que llegue al paraíso, y sea capaz de convivir con la Santísima Trinidad.
En fin Nietzsche acierta al afirmar que este acontecimiento es actual e histórico. Pero no acierta cuando propone un superhombre, un intento de dios. Vivimos aquí pa hacer convivencia, amistad, historia, pero juntos. Con un principio y fundamento y con una meta. Dios.
Para comenzar, Nietzsche dice que la invención de Dios es un refugio para aquellos que no pueden aceptar la vida trágica, es decir, la vida tal como se presenta.
Para Nietzsche las virtudes cristianas como la humildad, la obediencia, la compasión, el servicio, en el fondo, provienen de los hombres del rebaño, que incapaces de crear valores superiores se auto desprecian como fracasados y se someten a instintos gregarios y antivitales. (Enrique Bonete, "Nietzsche y la muerte de Dios", Alfa y Omega, 4.V.00).
Después de la muerte de Dios aparece el superhombre, aquel que es capaz de crear valores y que va más allá del bien y del mal.
Para mi, es valedero el pensamiento de que la creencia de Dios a muerto, pues si, se ha dejado de lado el modo de vida que Dios nos enseño, el amor ante todas las cosas. Hoy simplemente nos comandamos por egoísmos. No estoy de acuerdo con la teoría del superhombre, ya que no podemos jugar a ser dioses. Tenemos simplemente que aceptar que existe desde siempre un Absoluto que lo crea todo y que no necesita de nadie. Nosotros somos hombres, es decir, imperfectos. Los valores morales nos lo da Dios, pues Él es nuestro ejemplo y nuestra meta. Si intentamos crear valores nos daremos cuenta que todos ya fueron creados en el principio de los días.
Entonces, la muerte de Dios implica, la decadencia del amor, de la caridad, de la solidaridad. Implica que la sociedad se ha creado dioses, como el consumismo por ejemplo. Hoy tomamos la vida Light. Un domingo preferimos ir a un centro comercial que ir a la iglesia, el último minuto del día lo dedicamos a un celular, a la televisión o al Internet. Pero, ¿Dónde queda Dios? Dios para nosotros existe cuando los viernes asistimos a misa, o simplemente cuando queremos que nos vaya bien en una prueba, cuando necesitamos que algo nos salga bien. ¿Dónde dejamos la gracia? ¿Alabamos de verdad a ese Dios que nos dio la vida?
Dios si ha muerto para nosotros, pues no lo recordamos en su plenitud, no mantenemos esa luz prendida en nuestro corazón en cada momento. Apagamos esa luz cuando herimos al prójimo, cuando faltamos a la caridad o a la solidaridad, cuando somos egos centristas y queremos todo para nosotros, cuando olvidamos que el compartir y saber convivir es el principio de la vida. No vinimos aquí para vivir solos, vivimos para formar un “UNO” que llegue al paraíso, y sea capaz de convivir con la Santísima Trinidad.
En fin Nietzsche acierta al afirmar que este acontecimiento es actual e histórico. Pero no acierta cuando propone un superhombre, un intento de dios. Vivimos aquí pa hacer convivencia, amistad, historia, pero juntos. Con un principio y fundamento y con una meta. Dios.
domingo, 11 de febrero de 2007
La volunta ciega y racional en la política ecuatoriana
La política ecuatoriana se ha convertido, actualmente, en demagogia. Desde hace veinte y cinco años nuestra nación comenzó a tener caudillos o grupos de poder que creen ser dueños del país. Manejan toda la situación desde lugares escondidos, hipócritamente se escabullen y manejan a sus compañeros, como se maneja a un carro a control remoto.
Estrategias políticas sobran, el egoísmo y la avaricia son sentimientos que hoy vuelan por los aires y respiramos a diario como si fuera normal, vemos todo acontecimiento con un permisivismo y pasivismo indignante.
Lamentablemente nuestros antiguos gobernantes no se han dado cuenta que perdieron el poder hace mucho tiempo, el día que dieron y cedieron constitucionalmente su puesto al siguiente mandatario elegido por el pueblo. Creen que el país sigue en sus manos, y tratan de manejarlo a base de trabas y trampas. Las voluntades políticas han dejado de ser pensadas para el pueblo, y por el contrario, todos los beneficios son manipulados por estos grupos de poder ya mencionados. Nuestros gobernantes no se han dado cuenta que nosotros, el pueblo, los hemos elegido para proteger y velar por nuestros derechos y necesidades, para atender nuestras quejas. Pero lamentablemente ponemos nuestra confianza en personas no capacitadas, sino en personas con voluntad ciega. Individuos que son controlados desde otros países y que con una simple llamada son capaces de irse en contra de sus propios pensamientos, a veces hasta contradecirse en público, simplemente porque su jefe necesita que el poder siga en sus manos, y a cada momento sienten que dicho poder está en peligro de esfumarse de sus manos. No se dan cuenta que el poder ya lo perdieron, y aceptar la derrota es algo de caballeros.
El dinero es una de las causales para que se de una voluntad ciega, los seres humanos nos perdemos en este mundo de lucro. La gran mayoría de políticos se deja llevar por este gran jefe llamado dinero, que nos lava la cabeza y con su presencia también nos hace irnos en contra de nuestros principios, sin darnos cuenta que haciendo eso hacemos quedar mal a nuestro entorno, a nuestras raíces, a nuestras familias.
Con este contexto político desarrollaremos la siguiente pregunta ¿Cómo podemos aplicar el concepto de volunta ciega y racional del filósofo Schelling a esta política desmembrada y a esta seudo democracia que vivimos en la actualidad? ¿Podremos salir adelante?
Schelling en filosofía de la naturaleza habla del dualismo entre el bien y el mal, la voluntad ciega y la voluntad racional. Tenemos que saber despertarnos de la voluntad ciega para poder pasar al nivel de pensador, de creador de ideas, de hacedor de mi propia vida. Seguir la voluntad es llegar al punto de seguir el camino de la verdad o en palabras de Schelling, del absoluto.
En nuestro país distinguimos dos clases de gobernantes aquellos que simplemente buscan lucro y aquellos que están ahí velando por los seres humanos, por sus necesidades, éstos son aquellos que tienen en la mente el recuerdo de haber sido elegidos por el pueblo como encomendados o representantes ante el estado. Y es simple, solo hay dos caminos, el dinero o la razón, o en palabras más sencillas, el bien o el mal.
Se me viene una pregunta, ¿yo, como estudiante del Colegio San Gabriel, qué camino elijo, el bien o el mal, soy un ciego o un ser racional?
Duele tener que decir que al copiar en las pruebas, soy parte de la lacra que significan aquellos que dejan de ser personas para ser títeres, y si, paso a ser una carta de la baraja, un títere de todos aquellos que prefieren la vida fácil, la mediocridad.
La política comienza desde que estamos en un aula y convivimos con otro tipo de ideologías, cuando hay discrepancias o diferencias y se es capaz de dialogar o llegar a consensos. Pero en nuestra misma clase vemos los gritos, la bulla y que nadie es capaz de razonar y muchas veces de ceder, todos quieren el poder, y se creen mejor que los demás, “sobre mi solo el cielo” suelen pasar diciendo a cada uno. Es aquí cuando este tema se vuelve interesante, puesto que los futuros representantes del país supuestamente están recibiendo clases en esta institución. ¿Somos capaces de representar a un país entero si no somos capaces de controlar nuestros gritos, nuestras ideologías? ¿Somos capaces de gobernar o dialogar si creemos que tendremos siempre la razón? Para mi esa es una voluntad ciega, el hecho de pensar que estamos siempre bien. Por esto siempre es bueno hacer altos en nuestras vidas, detenernos por unos minutos a pensar sobre nuestras acciones. ¿Hemos actuado con razón o hemos sido ciegos ante la realidad?
Esta es la política que percibimos nosotros los jóvenes en el gobierno, y hasta en nosotros mismos, una disputa eterna entre el bien y el mal.
Es aquí que planteado nuestro problema tenemos que plantear soluciones y no ser simples espectadores de la vida política del país, no olvidemos que nosotros somos los partícipes de este país, que construimos con nuestras acciones el futuro de esta patria. Tenemos una gran responsabilidad en las manos y no podemos hacernos los ciegos ante una realidad obvia.
Pero ¿cómo lograr que el bien o la razón triunfen frente al mal o la ceguera?
Es una gimnasia de vida, muy difícil de practicarla por cierto, porque muchas veces la necesidad también nos puede llevar a cometer actos inmorales, es aquí donde entra el concepto de voluntad racional, puesto que ya hemos hablado bastante sobre la voluntad ciega.
La voluntad racional trata de seguir un camino, el camino de los mandamientos divinos o la ley moral. En este mundo lleno de corrupción es demasiado complicado vivir esto.
Aunque es claro ver que los niños son los únicos que viven sin egoísmos, sin mentiras. ¿Tenemos que ser niños para poder ser seres racionales? Una respuesta bastante difícil, pues los niños no, por lo tanto no son seres racionales. Entonces, ¿para no dejarse guiar por la voluntad ciega no hay que dejarse guiar por la voluntad racional?
Situación bastante difícil, pero es aquí que entra el concepto de que la racionalidad es la única guía del hombre. Y si, si no pensamos no vivimos, nos decía Descartes. Kant nos invitaba a vivir una vida recta dejándonos guiar por la voluntad divina. Y eso es la voluntad racional, escuchar a la vocecita que llevamos dentro y nos dice lo que esta bien o lo que está mal. Entregarnos a la voluntad de Dios, saber dejar toda situación en sus manos, confiar, tener fe, saber que Dios es grande y Él es el que nos guiará por el camino del bien, solo la confianza en Él nos hará dignos de llamarnos seres racionales que actúan de una manera moralmente buena.
En fin, los políticos tienen que dejar de pensar en si mismos, y pensar en el prójimo, en aquellos que en verdad los necesitan. Dios encarna en ellos, y seguir el camino de la humildad y la sencillez, es decir, de la pobreza, es seguir el camino del Reino de los Cielos, del Absoluto.
Estrategias políticas sobran, el egoísmo y la avaricia son sentimientos que hoy vuelan por los aires y respiramos a diario como si fuera normal, vemos todo acontecimiento con un permisivismo y pasivismo indignante.
Lamentablemente nuestros antiguos gobernantes no se han dado cuenta que perdieron el poder hace mucho tiempo, el día que dieron y cedieron constitucionalmente su puesto al siguiente mandatario elegido por el pueblo. Creen que el país sigue en sus manos, y tratan de manejarlo a base de trabas y trampas. Las voluntades políticas han dejado de ser pensadas para el pueblo, y por el contrario, todos los beneficios son manipulados por estos grupos de poder ya mencionados. Nuestros gobernantes no se han dado cuenta que nosotros, el pueblo, los hemos elegido para proteger y velar por nuestros derechos y necesidades, para atender nuestras quejas. Pero lamentablemente ponemos nuestra confianza en personas no capacitadas, sino en personas con voluntad ciega. Individuos que son controlados desde otros países y que con una simple llamada son capaces de irse en contra de sus propios pensamientos, a veces hasta contradecirse en público, simplemente porque su jefe necesita que el poder siga en sus manos, y a cada momento sienten que dicho poder está en peligro de esfumarse de sus manos. No se dan cuenta que el poder ya lo perdieron, y aceptar la derrota es algo de caballeros.
El dinero es una de las causales para que se de una voluntad ciega, los seres humanos nos perdemos en este mundo de lucro. La gran mayoría de políticos se deja llevar por este gran jefe llamado dinero, que nos lava la cabeza y con su presencia también nos hace irnos en contra de nuestros principios, sin darnos cuenta que haciendo eso hacemos quedar mal a nuestro entorno, a nuestras raíces, a nuestras familias.
Con este contexto político desarrollaremos la siguiente pregunta ¿Cómo podemos aplicar el concepto de volunta ciega y racional del filósofo Schelling a esta política desmembrada y a esta seudo democracia que vivimos en la actualidad? ¿Podremos salir adelante?
Schelling en filosofía de la naturaleza habla del dualismo entre el bien y el mal, la voluntad ciega y la voluntad racional. Tenemos que saber despertarnos de la voluntad ciega para poder pasar al nivel de pensador, de creador de ideas, de hacedor de mi propia vida. Seguir la voluntad es llegar al punto de seguir el camino de la verdad o en palabras de Schelling, del absoluto.
En nuestro país distinguimos dos clases de gobernantes aquellos que simplemente buscan lucro y aquellos que están ahí velando por los seres humanos, por sus necesidades, éstos son aquellos que tienen en la mente el recuerdo de haber sido elegidos por el pueblo como encomendados o representantes ante el estado. Y es simple, solo hay dos caminos, el dinero o la razón, o en palabras más sencillas, el bien o el mal.
Se me viene una pregunta, ¿yo, como estudiante del Colegio San Gabriel, qué camino elijo, el bien o el mal, soy un ciego o un ser racional?
Duele tener que decir que al copiar en las pruebas, soy parte de la lacra que significan aquellos que dejan de ser personas para ser títeres, y si, paso a ser una carta de la baraja, un títere de todos aquellos que prefieren la vida fácil, la mediocridad.
La política comienza desde que estamos en un aula y convivimos con otro tipo de ideologías, cuando hay discrepancias o diferencias y se es capaz de dialogar o llegar a consensos. Pero en nuestra misma clase vemos los gritos, la bulla y que nadie es capaz de razonar y muchas veces de ceder, todos quieren el poder, y se creen mejor que los demás, “sobre mi solo el cielo” suelen pasar diciendo a cada uno. Es aquí cuando este tema se vuelve interesante, puesto que los futuros representantes del país supuestamente están recibiendo clases en esta institución. ¿Somos capaces de representar a un país entero si no somos capaces de controlar nuestros gritos, nuestras ideologías? ¿Somos capaces de gobernar o dialogar si creemos que tendremos siempre la razón? Para mi esa es una voluntad ciega, el hecho de pensar que estamos siempre bien. Por esto siempre es bueno hacer altos en nuestras vidas, detenernos por unos minutos a pensar sobre nuestras acciones. ¿Hemos actuado con razón o hemos sido ciegos ante la realidad?
Esta es la política que percibimos nosotros los jóvenes en el gobierno, y hasta en nosotros mismos, una disputa eterna entre el bien y el mal.
Es aquí que planteado nuestro problema tenemos que plantear soluciones y no ser simples espectadores de la vida política del país, no olvidemos que nosotros somos los partícipes de este país, que construimos con nuestras acciones el futuro de esta patria. Tenemos una gran responsabilidad en las manos y no podemos hacernos los ciegos ante una realidad obvia.
Pero ¿cómo lograr que el bien o la razón triunfen frente al mal o la ceguera?
Es una gimnasia de vida, muy difícil de practicarla por cierto, porque muchas veces la necesidad también nos puede llevar a cometer actos inmorales, es aquí donde entra el concepto de voluntad racional, puesto que ya hemos hablado bastante sobre la voluntad ciega.
La voluntad racional trata de seguir un camino, el camino de los mandamientos divinos o la ley moral. En este mundo lleno de corrupción es demasiado complicado vivir esto.
Aunque es claro ver que los niños son los únicos que viven sin egoísmos, sin mentiras. ¿Tenemos que ser niños para poder ser seres racionales? Una respuesta bastante difícil, pues los niños no, por lo tanto no son seres racionales. Entonces, ¿para no dejarse guiar por la voluntad ciega no hay que dejarse guiar por la voluntad racional?
Situación bastante difícil, pero es aquí que entra el concepto de que la racionalidad es la única guía del hombre. Y si, si no pensamos no vivimos, nos decía Descartes. Kant nos invitaba a vivir una vida recta dejándonos guiar por la voluntad divina. Y eso es la voluntad racional, escuchar a la vocecita que llevamos dentro y nos dice lo que esta bien o lo que está mal. Entregarnos a la voluntad de Dios, saber dejar toda situación en sus manos, confiar, tener fe, saber que Dios es grande y Él es el que nos guiará por el camino del bien, solo la confianza en Él nos hará dignos de llamarnos seres racionales que actúan de una manera moralmente buena.
En fin, los políticos tienen que dejar de pensar en si mismos, y pensar en el prójimo, en aquellos que en verdad los necesitan. Dios encarna en ellos, y seguir el camino de la humildad y la sencillez, es decir, de la pobreza, es seguir el camino del Reino de los Cielos, del Absoluto.
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