Este tema es abordado principalmente por el filósofo alemán Nietzsche (1844- 1900), quien no quiere decir que Dios haya existido y después haya muerto, porque esto simplemente sería un absurdo, ya que éste filósofo nunca creyó en tal existencia. Habla más bien, del fin de la creencia en Dios.
Para comenzar, Nietzsche dice que la invención de Dios es un refugio para aquellos que no pueden aceptar la vida trágica, es decir, la vida tal como se presenta.
Para Nietzsche las virtudes cristianas como la humildad, la obediencia, la compasión, el servicio, en el fondo, provienen de los hombres del rebaño, que incapaces de crear valores superiores se auto desprecian como fracasados y se someten a instintos gregarios y antivitales. (Enrique Bonete, "Nietzsche y la muerte de Dios", Alfa y Omega, 4.V.00).
Después de la muerte de Dios aparece el superhombre, aquel que es capaz de crear valores y que va más allá del bien y del mal.
Para mi, es valedero el pensamiento de que la creencia de Dios a muerto, pues si, se ha dejado de lado el modo de vida que Dios nos enseño, el amor ante todas las cosas. Hoy simplemente nos comandamos por egoísmos. No estoy de acuerdo con la teoría del superhombre, ya que no podemos jugar a ser dioses. Tenemos simplemente que aceptar que existe desde siempre un Absoluto que lo crea todo y que no necesita de nadie. Nosotros somos hombres, es decir, imperfectos. Los valores morales nos lo da Dios, pues Él es nuestro ejemplo y nuestra meta. Si intentamos crear valores nos daremos cuenta que todos ya fueron creados en el principio de los días.
Entonces, la muerte de Dios implica, la decadencia del amor, de la caridad, de la solidaridad. Implica que la sociedad se ha creado dioses, como el consumismo por ejemplo. Hoy tomamos la vida Light. Un domingo preferimos ir a un centro comercial que ir a la iglesia, el último minuto del día lo dedicamos a un celular, a la televisión o al Internet. Pero, ¿Dónde queda Dios? Dios para nosotros existe cuando los viernes asistimos a misa, o simplemente cuando queremos que nos vaya bien en una prueba, cuando necesitamos que algo nos salga bien. ¿Dónde dejamos la gracia? ¿Alabamos de verdad a ese Dios que nos dio la vida?
Dios si ha muerto para nosotros, pues no lo recordamos en su plenitud, no mantenemos esa luz prendida en nuestro corazón en cada momento. Apagamos esa luz cuando herimos al prójimo, cuando faltamos a la caridad o a la solidaridad, cuando somos egos centristas y queremos todo para nosotros, cuando olvidamos que el compartir y saber convivir es el principio de la vida. No vinimos aquí para vivir solos, vivimos para formar un “UNO” que llegue al paraíso, y sea capaz de convivir con la Santísima Trinidad.
En fin Nietzsche acierta al afirmar que este acontecimiento es actual e histórico. Pero no acierta cuando propone un superhombre, un intento de dios. Vivimos aquí pa hacer convivencia, amistad, historia, pero juntos. Con un principio y fundamento y con una meta. Dios.
miércoles, 21 de febrero de 2007
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