ROMANTICISMO
El Romanticismo fue una reacción contra el espíritu racional e hipercrítico de la Ilustración y el Neoclasicismo, y favorecía, ante todo,
Es propio de este movimiento:
Un gran aprecio de lo personal, un subjetivismo e individualismo absoluto, un culto al yo fundamental y al carácter nacional o Volksgeist, frente a la universalidad y sociabilidad de la Ilustración en el siglo XVIII; en ese sentido los héroes románticos son con frecuencia prototipos de rebeldía (Don Juan, el pirata, Prometeo) y los autores románticos quebrantan cualquier normativa o tradición cultural que ahogue su libertad.
Prometeo permanece indisolublemente ligado a la humanidad, al haber recibido de él sus conocimientos y técnicas. Fue el trágico Esquilo el primero que presentó la figura de Prometeo como la encarnación de la libertad humana enfrentada con orgullo... al destino. Prometeo significa todas las tendencias que nos empujan a saber, porque no es lo mismo entender que saber; saber, es saber hacer. Y nos empuja a Saber tanto como nuestros padres, más que nuestros padres, tanto como nuestros maestros, más que nuestros maestros; nuestras líneas vitales… No estamos sujetos a ningún límite, determinamos por nosotros mismos, aun con la propia naturaleza y conocimiento, según nuestra libre y universal voluntad...
Prometeo, en fin, es esa divinidad que, de una manera u otra, ha tenido por extraña misión la de proteger a los mortales. Ya desde Esquilo, que dio al protagonista de su tragedia Prometeo encadenado toda la fuerza trágica que desde entonces le iba a acompañar, el Titán se estableció como el símbolo de la insumisión, de la autoafirmación del individuo ante un poder despótico y tiránico: en el símbolo del homme revolté, según la expresión de Albert Camus. Ese espíritu rebelde, exacerbado por el no menos rebelde espíritu del romanticismo, por las odas de Goethe o de Byron, ha permanecido perenne hasta nuestros días, hasta dar nombre, a través del psicoanálisis, a un complejo, el complejo de Prometeo, presente en aquellos individuos disconformes, convencidos de sus principios. Pero no es sólo eso: Prometeo es también el símbolo de aquello que de divino llevamos en nuestro interior. Nada mejor para expresar la fuerza simbólica que porta el Titán que las palabras con que Byron se refiere a él en la tercera estrofa de su Oda a Prometeo, de julio 1816:
Tu crimen divino fue ser bondadoso,
el hacer con tus preceptos menor
la suma de las desventuras humanas,
y el fortalecer al hombre con su propia mente.
sábado, 3 de marzo de 2007
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