lunes, 14 de mayo de 2007

Compartir mis bienes

«Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados» (Mt 5,6)

En el lenguaje común la palabra “justicia” recuerda el respeto a los derechos humanos, la exigencia de igualdad, la distribución equitativa de los recursos humanos, los organismos llamados a hacer respetar las leyes.

¿Es ésta la justicia de la que habla Jesús en el “sermón de la montaña”, del que está sacada esta bienaventuranza? También, pero ésta viene como consecuencia de una justicia más amplia que implica la armonía en las relaciones, la concordia, la paz.

El hambre y la sed recuerdan las necesidades elementales de cada individuo, símbolo de un anhelo profundo del corazón humano nunca plenamente saciado. Según el Evangelio de Lucas, Jesús habría dicho sencillamente: “Bienaventurados los que tienen hambre”[1]. Mateo explica que el hambre del hombre es hambre de Dios, el único que puede saciarle plenamente, como comprendió muy bien San Agustín que, al principio de las Confesiones, escribe la famosa frase: “Nos has hecho para ti y nuestro corazón no tendrá descanso hasta que no descanse en ti”[2].

El mismo Jesús dijo: “Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba”[3]. Él, a su vez, se alimentó de la voluntad de Dios[4].

Justicia en el sentido bíblico, significa, por tanto, vivir en conformidad con el proyecto de Dios sobre la humanidad: la pensó y la quiso como una familia unida en el amor.

«Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados»

El deseo y la búsqueda de la justicia están desde siempre inscritos en la conciencia del hombre, el mismo Dios se los puso en el corazón. Pero, a pesar de las conquistas y de los progresos hechos a lo largo de la historia, ¡qué lejos está la plena realización del proyecto de Dios! Las guerras que también hoy se combaten como el terrorismo y los conflictos étnicos, son la señal de las desigualdades sociales y económicas, de las injusticias, de los odios.

Los obstáculos a la armonía humana no son solamente de orden jurídico, es decir, por la falta de leyes que regulen la convivencia; estos dependen de actitudes más profundas, morales, espirituales, del valor que damos a la persona humana, de cómo consideramos al otro.

Sucede lo mismo en el orden económico: el creciente subdesarrollo y la diferencia entre ricos y pobres, con una desigual distribución de los bienes, no son fruto solamente de ciertos sistemas productivos sino también y sobre todo, de opciones culturales y políticas: son un hecho humano.

Cuando Jesús invita a dar el manto a quien pide la túnica, o a caminar dos millas a quien pide que camines una con él[5] indica un algo “más”, una “justicia mayor” que supera la de la práctica legal, una justicia que es expresión del amor.

Sin amor, sin respeto por la persona, sin atención a sus necesidades, las relaciones personales pueden ser correctas, pero pueden convertirse en burocráticas, incapaces de dar respuestas decididas a las exigencias humanas. Sin amor no habrá nunca justicia verdadera, no se compartirán los bienes entre ricos y pobres, no habrá atención a la singularidad de cada hombre y mujer ni atención a la situación concreta en la que se encuentran. Los bienes no se mueven solos, son los corazones los que deben moverse y hacer que los bienes se muevan.

«Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados»

¿Cómo vivir esta Palabra de vida?

Mirando al prójimo por lo que realmente es: no solamente un ser humano con sus derechos y su igualdad fundamental ante todos, sino como la imagen viva de Jesús.

Amarlo aunque sea enemigo, con el mismo amor con el que el Padre lo ama y por él estar dispuestos al sacrificio incluso supremo: “Dar la vida por los hermanos”[6].

Viviendo con él en la reciprocidad del don, en el compartir los bienes espirituales y materiales, para llegar así a ser una sola familia.

Entonces, nuestro anhelo de un mundo fraterno y justo, así como Dios lo ha pensado, se hará realidad. Él mismo vendrá a vivir en medio de nosotros y nos saciará con su presencia.

«Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados»

Aquí tenemos cómo nos cuenta un trabajador su dimisión: “La compañía en la que trabajo se ha fusionado hace poco con otra compañía del mismo sector. Después de esta fusión, me pidieron que revisara la lista de trabajadores porque en la nueva organización del trabajo tres de ellos debían ser despedidos.

Sin embargo, tal disposición no me pareció fundada sino al contario, más bien apresurada, expeditiva, tomada sin ninguna consideración por las consecuencias de carácter humano que comportaría a los interesados y a sus familias. ¿Qué hacer? Recordé la Palabra de vida. El único modo era hacer como Jesús: ser el primero en amar. Presenté mi dimisión y dije que no firmaría los tres despidos.

No aceptaron mi dimisión y aun más, me preguntaron de qué modo pensaba colocar a los empleados en la nueva organización. Yo ya tenía preparado el nuevo plan del personal que hacía ágil y muy útil la colocación de todos en los distintos sectores. Aceptaron y nos quedamos todos a trabajar”.

domingo, 6 de mayo de 2007

Palabra de vida, MAYO

“En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros” (Jn 13, 35).

Jesús está sentado a la mesa con sus amigos. Es la última cena antes de partir de este mundo, el momento más solemne para dar en consigna la última voluntad, casi un testamento: “Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros”1. Esta será, a lo largo de los siglos, la característica que permitirá identificar a los discípulos de Jesús: en esto todos los reconocerán.
Así fue desde el comienzo. La primera comunidad de los creyentes, en Jerusalén, gozaba del aprecio y la simpatía de todo el pueblo precisamente por su unidad2, a tal punto que todos los días alguien más se les unía.3
Pocos años más tarde, Tertuliano, uno de los primeros escritores cristianos, también daba cuenta de lo que se iba diciendo de los cristianos: “Mira cómo se aman entre ellos, y cómo están dispuestos a morir el uno por el otro”4. Era la realización de las palabras de Jesús:

“En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros”.

El amor recíproco es, por lo tanto “el hábito de los cristianos comunes que, ancianos o jóvenes, hombres o mujeres, casados o no, adultos y niños, enfermos o sanos pueden endosar para anunciar en alta voz en cualquier parte y siempre, con la propia vida, a Aquél en el cual creen, a Aquél que quieren amar”5.
Se puede decir que, en la unidad que nace del amor recíproco entre los discípulos de Jesús se refleja y se hace visible ese Dios que él ha revelado como Amor: la Iglesia es icono de la Trinidad.6
Este es, hoy más que nunca, el camino para anunciar el Evangelio. Una sociedad muchas veces trastornada por demasiadas palabras busca testimonios antes que maestros, quiere modelos antes que palabras. A ella le resulta más fácil participar si ve un Evangelio hecho de vida, capaz de crear relaciones nuevas, basadas en la fraternidad y en el amor.

“En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros”.

¿Cómo vivir esta Palabra de vida? Manteniendo vivo entre nosotros el amor recíproco y formando por doquier “células vivas”.
“Si en una ciudad – ha escrito Chiara Lubich -, en los puntos más diversos, se encendiera el fuego que Jesús ha traído a la tierra y ese fuego resistiera, por la buena voluntad de sus habitantes, al hielo del mundo, no pasaría mucho tiempo sin que esa ciudad se encendiera del amor de Dios. El fuego que Jesús ha traído a la tierra es él mismo, es caridad: ese amor que no sólo une el alma a Dios, sino también a las almas entre sí. (…)
“Dos o más almas fundidas en el nombre de Cristo, que no sólo no tienen temor o vergüenza de declararse recíprocamente y explícitamente su deseo de amor a Dios, sino que hacen de la unidad entre ellos en Cristo su Ideal, son una potencia divina en el mundo.
“Y en cada ciudad estas almas pueden surgir en las familias: padre y madre, hijo y padre, nuera y suegra; pueden encontrarse en las parroquias, en las asociaciones, en las sociedades humanas, en las escuelas, en las oficinas, en todas partes.
“No es necesario que ya sean santas, porque si no Jesús lo habría dicho; basta que estén unidas en el nombre de Cristo y no decaigan nunca en esa unidad. Naturalmente, están destinadas a seguir siendo dos o tres por poco tiempo, porque la caridad es difusiva por sí misma y aumenta en proporciones inmensas.
“Cada pequeña célula, encendida por Dios en cualquier punto de la tierra, se extenderá luego necesariamente y la Providencia distribuirá esas llamas, esas almas-llama, adonde mejor le parezca, para que el mundo sea renovado en muchas partes al calor del amor de Dios, y respire”7.

Palabra de vida ABRIL

SERVIR ES REINAR
«Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve» (Lc 22, 27)
El día de los Ácimos, la fiesta de Pascua, en la “sala del piso de arriba”, Jesús comparte su última cena con los discípulos. Después de haber partido el pan y haber hecho circular el cáliz del vino, les da una lección final: en su comunidad el mayor se hará el más pequeño y el que gobierna será como el que sirve.En la narración de S. Juan, Jesús hace un gesto elocuente que indica la novedad de las relaciones que Él ha venido a establecer entre quienes son sus seguidores: les lava los pies, en contra de toda lógica común de superioridad y de mando (los apóstoles en aquella última cena se preguntaban quién entre ellos se podía considerar “el más grande”).
«Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve»
“Amar significa servir. Jesús nos dio ejemplo”, dice Chiara Lubich en un discurso suyo[1].“Servir”, una palabra que parece degradar a la persona. Quienes sirven, ¿no suelen ser considerados habitualmente de categoría inferior? A pesar de ello todos queremos que nos sirvan. Lo exigimos de las instituciones públicas (¿no se llaman “ministros” las personas que ostentan altos cargos?), de los servicios sociales (¿acaso no se llaman “servicios”?). Agradecemos al dependiente cuando nos sirve bien, al empleado cuando nos atiende con rapidez, al médico y a la enfermera cuando nos tratan atentamente y con competencia… Si esto es lo que nos esperamos de los demás, tal vez los demás se esperan lo mismo de nosotros.La palabra de Jesús, a nosotros cristianos, nos hace conscientes de que tenemos una deuda de amor con todos. Con Él y como Él, también nosotros, ante cualquier persona con la que convivimos o con la que nos encontramos en el trabajo, deberíamos poder repetir:
«Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve»
Además Chiara Lubich recuerda que el cristianismo es “servir, servir a todos, ver a todos como patrones: si nosotros somos siervos, los demás son patrones. Servir, servir, estar abajo, abajo, tratar de alcanzar el primado evangélico sí, pero poniéndonos al servicio de todos. (…) El cristianismo es una cosa seria, no es un poco de barniz, un poco de compasión, un poco de amor, una pequeña limosna. ¡Ah, no! Es fácil dar limosna para sentirse con la conciencia tranquila y luego condenar u oprimir”.¿Cómo hacer para servir? En aquel discurso Chiara señalaba simplemente dos palabras: “vivir el otro”, es decir, “tratar de entrar en el otro, en sus sentimientos, tratar de llevar sus pesos”. Ponía un ejemplo: ¿cómo hago con los niños? Los niños quieren que yo juegue con ellos: ¡pues jugar! ¿Tengo también que estar con otra persona de casa que desea ver la televisión o dar un paseo? Nos surgiría espontáneo decir que es una pérdida de tiempo: “No, no es tiempo perdido, es todo amor, es todo tiempo ganado, porque hay que hacerse uno por amor”. “¿Tengo que llevarle la chaqueta justamente a ese que está saliendo o tengo que llevarle el plato a la mesa?” Sí, justamente así, porque el servicio que Jesús pide no es un servicio imaginario, no es un sentimiento de servicio. Jesús hablaba de un servicio concreto, con los músculos, con las piernas, con la cabeza; es necesario servir”[2].
«Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve»
Pues bien, ya sabemos cómo vivir esta Palabra de vida: prestando atención al otro y respondiendo con prontitud a sus exigencias, amando con los hechos.Unas veces será mejorar nuestro trabajo, hacerlo cada vez con más competencia y perfección, porque con él servimos a la comunidad.Otras veces será ir al encuentro de especiales peticiones de ayuda que surgen lejos o cerca de nosotros por parte de ancianos, parados, discapacitados, personas solas, o también de las que llegan de países lejanos después de catástrofes naturales, de las peticiones de adopciones o de sostenimiento de proyectos humanitarios. Quien tiene cargos de responsabilidad no tendrá actitudes odiosas de mando, acordándose de que todos somos hermanos y hermanas.Si todo lo hacemos con amor descubriremos, como dice un antiguo refrán cristiano, que “servir es reinar”.

Humanicidio

Según la categoría de alteridad ¿Qué es el Humanicidio vs. El Humanismo de Humildad?

La alteridad la entendemos como lo exterior a nosotros, todo lo que significa “lo otro”, sin dicha categoría no podríamos llegar a la inmanencia (Dios).
El Humanicidio es la matanza a la que está llegando el hombre a lo largo de los años con su pérdida de conciencia, con su ética de destrucción, soberbia ante la tierra, con la descontrolada tecnociencia, con la cual no vemos un futuro planeado sino por descubrir. Nos hemos fijado más en la obra y no en su creador, la hemos utilizado a nuestro antojo para satisfacer nuestra vanidad y nuestro facilismo, hemos pretendido ser dioses en la tierra. El consumismo y el dinero están haciendo que el hombre se deje de interesar verdaderamente por las cosas elementales, que talvez veamos por costumbre, pero que nuestros futuros hijos y nietos talvez no verán. La industrialización ha logrado llegar a un límite tal de desarrollo que nuestra “nave tierra” no sabe manejar dicha tecnología, y ante ésta, ha comenzado a ceder.
El humanismo de humildad, por el contrario, es la conciencia ante la naturaleza, saber que el hombre puede cambiar sus pensamientos, sus leyes, mientras que la naturaleza no. Es saber que dependemos de ella, que no podemos superar sus límites.
Nuestro objetivo debería ser de guardianes, no de destructores, y para esto, deberíamos hacer todos, un contrato con la naturaleza poniéndola, no como un objeto, sino como un sujeto que actualmente esta actuando velozmente por nuestra causa. Entendamos que el único camino para salvarnos es confluir libremente de la mano de la naturaleza, llegar a tal punto de nuestra autoconciencia que entendamos al hombre y a la tierra como una fuerza única, es decir, que a la tecnología la debemos tomar como un instrumento para la conservación del medio ambiente y no para su destrucción. Tenemos bombas para destruir cerca de 50 planetas tierra, tenemos demasiada gente que no controla la natalidad, talvez haya familias que tengan las posibilidades para mantener dos o tres hijos, pero esta moral planetaria nos llama a no tener más de un hijo por familia.
El humanismo nos propone que seamos nosotros quienes nos acoplemos a la naturaleza y no romper el equilibrio que ésta tiene. Nada en la naturaleza existe sin una razón de ser, por eso, debemos estar concientes de que el menor cambio o alteración que hagamos va a afectar la vida de otro ser vivo, así que debemos aprender ha asimilar el principio fundamental de la “convivencia”, para que todos tengamos los privilegios, cumplamos nuestros deberes, para sentirnos verdaderamente orgullosos de existir en este planeta.
De esta manera apreciamos el enlace que tiene la moral planetaria y la categoría de alteridad, pues al darnos cuenta de todo lo que está a nuestro alrededor estamos pasando la etapa del espectador. Al darnos cuenta de lo “otro” que coexiste con nosotros y al tratar de imponer una moral que nos ayude a superar los contratiempos, estamos convirtiéndonos en protagonistas de este mundo, recordando que no somos piecitas de un juego sino que pensamos y tenemos la libertad de actuar, para que podamos ser co-creadores con Dios.
A nuestro planeta le sobra todo, gente, dinero, guerras, bombas, muertes, pero falta control sobre nuestros actos. El problema está en la mentalidad del hombre, que sólo busca su beneficio. Al tratar de concentrar más poder en nuestras manos, mantenemos un ética propia de un ser egoísta. Para la moral planetaria todos deben ser iguales, y deben saber que el principio de supervivencia esta en el “tenemos que salvarnos todos”, no por grupos, ni por países, sino con el planeta. Entender este concepto de “todo”, es el objetivo de este nuevo humanismo, entender que ya no estamos solos, sino que con nuestros intereses y talentos confluimos juntos a la realización de un proyecto jamás pensado, un proyecto de totalidad.
El hombre debe dejar su “yo” a un lado, es simplemente dar el salto hacia adelante, quitarnos aquel velo de maya que no nos deja ver una realidad incómoda, quitarnos aquella voluntad ciega que nos hace borregos de una sociedad que tiende hacia su extinción, hacia la muerte de la muerte, hacia el suicidio general o planetario.
Entonces, la solución que propone el nuevo humanismo es realmente concebirnos como algo igual a la naturaleza, quererla como a nuestro prójimo, cuidarla como a un hijo, pues sin ella, nuestros hijos y nuestros nietos no tendrán donde vivir, ¿tendríamos tan poco corazón como para dejar a nuestra sangre sin vida? ¿Los mataríamos?

Jesus Camp

En clase, discutíamos acerca de que nosotros no podemos criticar algo que para los cristianos evangélicos esta totalmente bien, pues si, para ellos ver un reportaje acerca de nuestra religión también debe ser bastante impactante.
Me llamaron la atención algunos puntos; 1) ¿Qué no les enseñen en escuelas? ¿Qué les digan que no existe el calentamiento global?
La escuela significa el medio donde nosotros aprendemos a socializar con las personas, a conocer el mundo, estos chicos viven encerrados en su burbuja, en su familia, y como veíamos en la película, ni mojarse les permiten, todo es muy rígido. Ellos basan su fe en Jesús, y él nos dio la libertad de elección, pero ¿estos pobres niños eligen? ¿De verdad tienen la capacidad de discernimiento? Como dije en clase ¿será que lograran tolerantes acerca de otras religiones? ¿Qué pasaría si se les deja convivir tan solo un día con algún niño de otra religión, sea ortodoxo, budista, etc.?
También causa impresión la maravillosa estrategia política, porque después de todo esta religión esta politizada, por tanta propaganda, etc. Los niños están siendo utilizados como unos simples medios de comunicación, y peor aún, aunque suene desagradable, ni se les paga por tal servicio.
No puedo decir que tengo la verdad, ni que todo lo yo haga esta bien, esta bien en cuanto me han enseñado, en mi casa, en mi colegio, en mi religión. Ellos también hacen el bien de acuerdo con sus paradigmas. Los budistas ortodoxos, etc., pues también hacen “su bien”.
He conocido personas evangélicas, pero realmente he entablado conversaciones muy chéveres acerca de sus creencias, se me hizo raro ver el video, pues aquella comunidad a la que yo asistí es muy abierta, la gente es muy chévere, obviamente van a colegios específicos, tienen su Biblia diferente, etc. Después de todo somos hijos del mismo padre, y no vale la pena estar peleando por quien tiene la verdad, si la verdad es ÉL.

lunes, 26 de marzo de 2007

La religión!

La religión a través de los años ha perdido su sentido. Jesús vino al mundo a enseñarnos, con obras, el amor de Dios. La Iglesia a hecho que la religión pierda el valor de piedra de Dios, de espíritu de caridad, solidaridad y bondad.

Aprendí en mi casa y con el paso de mis años, que la religión se basaba en ir a misa, leer la Biblia, practicar los sacramentos. Pero todo era tan tradicionalista que me llamaba la atención ver que las personas acudieron a mi primera comunión como un simple ritual, una simple convocatoria donde podían comer “de a gratis”. La religión se ha convertido en una simple tradicional o ritual.
Tras este contexto me pregunto, ¿Siento de verdad las cosas que hago? O por el contrario, ¿es simple costumbre?
Cosas como santiguarme, cogerle la mano al que esta a mi derecha en el padre nuestro, alzar la mano cuando el padre dará la bendición final, son cosas que perdieron el valor para mi, porque simplemente los hacía sin ganas. Es aquí que entendí que la religión no es ir a misa, ni ser un devoto. La religión es practicar la ley de Dios, en mi casa, con mis amigos, y hasta con mis enemigos. Es darse cuenta que el mundo a preferido lo fácil, porque si, es fácil santiguarse o darse la paz, pero ¿es fácil acercarte a tu enemigo y decirle de verdad, hermano? Este es el verdadero significado de la vida, el amar. El entregarse a los demás, sin gritar al mundo que hago obras de amor. El sentir el fuego de Dios que alimenta nuestras almas para donarnos y llegar al punto de HACERNOS UNO con cristo y el prójimo.
Obviamente no es fácil vivir de esta manera, pero por esto la considero como una gimnasia, un vivir cada día intentando, aprendiendo a querer por sobre mi, a olvidarme de mi, a dejar todo lo que es mío y me gusta por una simple sonrisa de otra persona. Y es aquí cuando uso una referencia universal, la regla de Oro. Presente en todas las religiones del mundo y hasta en aquellos que se dicen ateos. “NO hagas al otro lo que no quieres que te hagan” o por el contrario “Has al otro lo que quisieras que te hagan a ti”. Este es un texto importantísimo para mi vida, porque es mi ejercicio diario, el hecho de no molestar a un amigo, de ayudar en lo que se pueda, y sobre todo borrar el peor sentimiento, para mi modo de ver, de los seres humanos, el EGOÍSMO.
Es aquí cuando se presenta este gran reto, vivir por amor, y morir por amor. Llegar a ser un Jesús y ver en cada persona que nos crucemos por el camino a un Jesús abandonado. Y aplicar el mandamiento de dios, amar a todos como Él nos amo, sabiendo que amando es que se gana el reino de los cielos, siendo ricos de espíritu y pobres en orgullo y avaricia, aprendiendo que vinimos ha hacer historia y a no dejar pasar los días sino ser nosotros los realizadores de éstos. Dejar de lado la mediocridad y el pasivismo, saber que somos procreadores con Dios, y nuestra misión en la tierra es dejar la misma huella que Jesús dejó en nuestros corazones y que ha trascendido a través de ya 2007 años, siendo, según Kant, nuestro mejor ejemplo y referencia de imperativo categórico.
En fin, la conclusión para mi es vivir por amor, entregarme viviendo Jesús en medio, es decir, que donde dos o más estén reunidos en su nombre, estaremos compartiendo con él nuestras vivencias, dolores y alegrías. Seamos partícipes de la creación y amemos sin fin, y estaremos viviendo la mejor religión, la que más vale. Tampoco podemos despreciar a la religión de la Iglesia, pues también es un pilar fundamental, vivamos éstos preceptos, porque la verdadera religión no es la tradicionalista sino la que en nuestro diario vivir practicamos.

domingo, 18 de marzo de 2007

Palabra de vida - marzo 2007 –

El dolor, amado, fructifica“Los que siembran con lágrimas cosechan entre cantares” (Sal 126 (125), 5)Esta Palabra de vida está tomada de un Salmo que canta la intervención decisiva y poderosa de Dios que libera a su pueblo del exilio de Babilonia y que sigue interviniendo a lo largo de su historia, cada vez que lo ve abatido, desanimado, acechado por el mal.Es la historia de cada uno de nosotros, condensada en una imagen eficaz: por una parte la incertidumbre, el miedo del sembrador que confía a la tierra la semilla (¿será buena la temporada? ¿germinará el trigo?), por otra, la alegría de la cosecha de la mies ansiada.“Los que siembran con lágrimas cosechan entre cantares”Cuando pensamos en nuestra vida, a menudo nos la imaginamos toda armoniosa, como “una serie de jornadas que nos proponemos a cual más perfecta, con el trabajo bien hecho, con el estudio, con el descanso, con las horas pasadas con la familia, con las reuniones, congresos, el deporte, con los tiempos de entretenimiento realizados en orden y en paz (…) Siempre en el corazón humano existe la esperanza de que las cosas vayan así y sólo así.En realidad, nuestro “Santo viaje” luego, se muestra diferente, porque Dios lo quiere diferente. Y Él mismo piensa en introducir en nuestro programa otros elementos queridos o permitidos por Él, para que nuestra existencia adquiera el verdadero sentido y alcance el fin para el que fue creada. De ahí los dolores físicos y espirituales, las enfermedades, de ahí miles y miles de sufrimientos que hablan más de muerte que de vida.¿Por qué? ¿Acaso porque Dios quiere la muerte? No, más bien al contrario, Dios ama la vida, pero una vida tan plena, tan fecunda que nosotros- con toda nuestra tensión al bien, a lo positivo, a la paz- no habríamos sabido imaginarnos nunca”(1) .Y aquí tenemos la imagen del sembrador que arroja una semilla destinada a morir, casi como señal de nuestras fatigas y de nuestro sufrimiento y la imagen del segador que recoge el fruto de la espiga que brota de esa muerte: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto”(2) .“Dios quiere que durante la vida experimentemos una cierta muerte- o a veces, muchos tipos de muerte- pero (…) para dar fruto, para hacer obras dignas de Él y no de nosotros, simples hombres. Éste es para Él el sentido de nuestra vida: una vida rica, plena, superabundante, una vida que sea un reflejo de la suya”(3). “Los que siembran con lágrimas cosechan entre cantares”¿Cómo vivir esta Palabra de vida? Nos lo sugiere también Chiara que nos guía en el cumplimiento de la Palabra de Dios: “Es necesario valorizar el dolor, pequeño o grande, tomarlo en consideración (…) Dar valor en particular al cansancio, al sacrificio que conlleva amar al prójimo: es nuestro deber típico”(4) ¡Es un dolor que engendra la vida!Y esto sin rendirnos jamás incluso cuando no vemos el resultado, sabiendo que a veces “uno siembra y otro cosecha”(5) ¿Cuál será el futuro de nuestros hijos a los que tratamos de educar lo mejor posible?¿Quién verá los efectos de mi compromiso social y político? No nos cansemos nunca de hacer el bien(6), habrá frutos de todas maneras, quizás mucho más tarde, quizás en otra parte, pero los habrá.Una esperanza, una certidumbre, una meta segura está delante de nosotros en el camino de la vida. Las dificultades, las pruebas, las adversidades, por las que a veces nos sentimos oprimidos, son un paso obligado que nos abre a la bienaventuranza y a la alegría.“Y entonces ¡adelante! Miremos más allá de cada dolor. No nos paremos solamente en esa inquietud, en esa prueba…miremos a la mies que vendrá”(7).“Los que siembran con lágrimas cosechan entre cantares” Patricia, de 22 años, estudiante de derecho, desde hacía algún tiempo sustituía al ayudante de un director de departamento. “Desde el principio- nos confía- me propuse tratar siempre de hacer mejor el trabajo y cuidar la relación con mis compañeros, actuando de tal manera que cada uno se sintiera apreciado”.Pero a menudo se trataba de ir a contracorriente en la defensa de mis principios hasta las últimas consecuencias, como ella misma contaba: “Una persona importante en mi ambiente de trabajo, que gozaba de ciertos privilegios, tenía un comportamiento claramente deshonesto. Debía decírselo”.Por haber manifestado sus convicciones, Patricia perdió su trabajo. “Sufrí terriblemente, pero al mismo tiempo estaba tranquila, porque sabía que había actuado de un modo justo”. No se desesperó ya que en ella era firme la certeza de tener un Padre para el que todo es posible y que la amaba desmesuradamente. Parecía imposible en la situación económica y laboral que vive Paraguay, sin embargo, aquella misma noche le llegaron dos ofertas de trabajo. El nuevo es además mejor que el anterior y más directamente relacionado con sus estudios.

A cargo de Fabio Ciardi y Gabriella Fallacara 1) Buscando las cosas de arriba, Ciudad Nueva, Madrid 1993, p.86.2) Jn 12, 24.3) Obra.citada p. 86.4) Ibid. P. 105.5) Jn 4, 37.6) Cf. Gál 6, 9.7) Obra.citada p. 85.

sábado, 3 de marzo de 2007

PROMETEO, SÍMBOLO DEL ROMANTICISMO

ROMANTICISMO
El Romanticismo fue una reacción contra el espíritu racional e hipercrítico de la Ilustración y el Neoclasicismo, y favorecía, ante todo,
Es propio de este movimiento:
Un gran aprecio de lo personal, un subjetivismo e individualismo absoluto, un culto al yo fundamental y al carácter nacional o Volksgeist, frente a la universalidad y sociabilidad de la Ilustración en el siglo XVIII; en ese sentido los héroes románticos son con frecuencia prototipos de rebeldía (Don Juan, el pirata, Prometeo) y los autores románticos quebrantan cualquier normativa o tradición cultural que ahogue su libertad.

Prometeo permanece indisolublemente ligado a la humanidad, al haber recibido de él sus conocimientos y técnicas. Fue el trágico Esquilo el primero que presentó la figura de Prometeo como la encarnación de la libertad humana enfrentada con orgullo... al destino. Prometeo significa todas las tendencias que nos empujan a saber, porque no es lo mismo entender que saber; saber, es saber hacer. Y nos empuja a Saber tanto como nuestros padres, más que nuestros padres, tanto como nuestros maestros, más que nuestros maestros; nuestras líneas vitales… No estamos sujetos a ningún límite, determinamos por nosotros mismos, aun con la propia naturaleza y conocimiento, según nuestra libre y universal voluntad...

Prometeo, en fin, es esa divinidad que, de una manera u otra, ha tenido por extraña misión la de proteger a los mortales. Ya desde Esquilo, que dio al protagonista de su tragedia Prometeo encadenado toda la fuerza trágica que desde entonces le iba a acompañar, el Titán se estableció como el símbolo de la insumisión, de la autoafirmación del individuo ante un poder despótico y tiránico: en el símbolo del homme revolté, según la expresión de Albert Camus. Ese espíritu rebelde, exacerbado por el no menos rebelde espíritu del romanticismo, por las odas de Goethe o de Byron, ha permanecido perenne hasta nuestros días, hasta dar nombre, a través del psicoanálisis, a un complejo, el complejo de Prometeo, presente en aquellos individuos disconformes, convencidos de sus principios. Pero no es sólo eso: Prometeo es también el símbolo de aquello que de divino llevamos en nuestro interior. Nada mejor para expresar la fuerza simbólica que porta el Titán que las palabras con que Byron se refiere a él en la tercera estrofa de su Oda a Prometeo, de julio 1816:
Tu crimen divino fue ser bondadoso,
el hacer con tus preceptos menor
la suma de las desventuras humanas,
y el fortalecer al hombre con su propia mente.

sábado, 24 de febrero de 2007

¿Qué le duele a La Dolorosa?

La mirada de amor de hace 100 años, fue una mirada de dolor por la situación por la que atravesaba nuestro país, y que afectaba más directamente la educación de los niños y de los jóvenes.
Hoy la dolorosa de Colegio no sigue mirando y nos mira con dolor, porque más del 70% de la población ecuatoriana vive en la pobreza, porque siete de cada diez niños son pobres; porque de un total de 2591232 niños en edad escolar, el 22,2% (575.253) no tiene acceso a la educación. Y esto sucede en nuestro país que se dice profundamente creyente, y devoto a La Dolorosa.
Ya estamos cansados de ver cada día las mismas noticias, pues hoy pasó esto, ayer pasó lo mismo, hace 10 años también, pero ¿Cuándo será el día que no sepa lo que pasará mañana?¿Cuando será el día que sepa que mañana ese niño de la calle terminará con estómago repleto?
No dejemos todo el trabajo a nuestros gobernantes, porque no lo logran y tampoco quieren, simplemente viven de la ignorancia de nuestro pueblo. Hasta ahora no hemos visto un cambio, nuestro país se hunde más y más en su abismo, y la única forma de salir de él es empujar cada uno con su mano, parecería poco, pero comencemos y vamos a ver que nuestro país si tiene solución
Por eso, convocados ante la realidad, y sintiendo el dolor de su mirada, nos unimos para que ese dolor se transforme en esperanza y alegría, buscando todos juntos la construcción de un nuevo Ecuador, de paz, de justicia, de equidad, resultado de un compromiso por una “educación de calidad, de la nadie quede excluido, y que erradique la pobreza”.

miércoles, 21 de febrero de 2007

“La muerte de Dios”

Este tema es abordado principalmente por el filósofo alemán Nietzsche (1844- 1900), quien no quiere decir que Dios haya existido y después haya muerto, porque esto simplemente sería un absurdo, ya que éste filósofo nunca creyó en tal existencia. Habla más bien, del fin de la creencia en Dios.
Para comenzar, Nietzsche dice que la invención de Dios es un refugio para aquellos que no pueden aceptar la vida trágica, es decir, la vida tal como se presenta.
Para Nietzsche las virtudes cristianas como la humildad, la obediencia, la compasión, el servicio, en el fondo, provienen de los hombres del rebaño, que incapaces de crear valores superiores se auto desprecian como fracasados y se someten a instintos gregarios y antivitales. (Enrique Bonete, "Nietzsche y la muerte de Dios", Alfa y Omega, 4.V.00).
Después de la muerte de Dios aparece el superhombre, aquel que es capaz de crear valores y que va más allá del bien y del mal.
Para mi, es valedero el pensamiento de que la creencia de Dios a muerto, pues si, se ha dejado de lado el modo de vida que Dios nos enseño, el amor ante todas las cosas. Hoy simplemente nos comandamos por egoísmos. No estoy de acuerdo con la teoría del superhombre, ya que no podemos jugar a ser dioses. Tenemos simplemente que aceptar que existe desde siempre un Absoluto que lo crea todo y que no necesita de nadie. Nosotros somos hombres, es decir, imperfectos. Los valores morales nos lo da Dios, pues Él es nuestro ejemplo y nuestra meta. Si intentamos crear valores nos daremos cuenta que todos ya fueron creados en el principio de los días.
Entonces, la muerte de Dios implica, la decadencia del amor, de la caridad, de la solidaridad. Implica que la sociedad se ha creado dioses, como el consumismo por ejemplo. Hoy tomamos la vida Light. Un domingo preferimos ir a un centro comercial que ir a la iglesia, el último minuto del día lo dedicamos a un celular, a la televisión o al Internet. Pero, ¿Dónde queda Dios? Dios para nosotros existe cuando los viernes asistimos a misa, o simplemente cuando queremos que nos vaya bien en una prueba, cuando necesitamos que algo nos salga bien. ¿Dónde dejamos la gracia? ¿Alabamos de verdad a ese Dios que nos dio la vida?
Dios si ha muerto para nosotros, pues no lo recordamos en su plenitud, no mantenemos esa luz prendida en nuestro corazón en cada momento. Apagamos esa luz cuando herimos al prójimo, cuando faltamos a la caridad o a la solidaridad, cuando somos egos centristas y queremos todo para nosotros, cuando olvidamos que el compartir y saber convivir es el principio de la vida. No vinimos aquí para vivir solos, vivimos para formar un “UNO” que llegue al paraíso, y sea capaz de convivir con la Santísima Trinidad.
En fin Nietzsche acierta al afirmar que este acontecimiento es actual e histórico. Pero no acierta cuando propone un superhombre, un intento de dios. Vivimos aquí pa hacer convivencia, amistad, historia, pero juntos. Con un principio y fundamento y con una meta. Dios.

domingo, 11 de febrero de 2007

La volunta ciega y racional en la política ecuatoriana

La política ecuatoriana se ha convertido, actualmente, en demagogia. Desde hace veinte y cinco años nuestra nación comenzó a tener caudillos o grupos de poder que creen ser dueños del país. Manejan toda la situación desde lugares escondidos, hipócritamente se escabullen y manejan a sus compañeros, como se maneja a un carro a control remoto.
Estrategias políticas sobran, el egoísmo y la avaricia son sentimientos que hoy vuelan por los aires y respiramos a diario como si fuera normal, vemos todo acontecimiento con un permisivismo y pasivismo indignante.
Lamentablemente nuestros antiguos gobernantes no se han dado cuenta que perdieron el poder hace mucho tiempo, el día que dieron y cedieron constitucionalmente su puesto al siguiente mandatario elegido por el pueblo. Creen que el país sigue en sus manos, y tratan de manejarlo a base de trabas y trampas. Las voluntades políticas han dejado de ser pensadas para el pueblo, y por el contrario, todos los beneficios son manipulados por estos grupos de poder ya mencionados. Nuestros gobernantes no se han dado cuenta que nosotros, el pueblo, los hemos elegido para proteger y velar por nuestros derechos y necesidades, para atender nuestras quejas. Pero lamentablemente ponemos nuestra confianza en personas no capacitadas, sino en personas con voluntad ciega. Individuos que son controlados desde otros países y que con una simple llamada son capaces de irse en contra de sus propios pensamientos, a veces hasta contradecirse en público, simplemente porque su jefe necesita que el poder siga en sus manos, y a cada momento sienten que dicho poder está en peligro de esfumarse de sus manos. No se dan cuenta que el poder ya lo perdieron, y aceptar la derrota es algo de caballeros.
El dinero es una de las causales para que se de una voluntad ciega, los seres humanos nos perdemos en este mundo de lucro. La gran mayoría de políticos se deja llevar por este gran jefe llamado dinero, que nos lava la cabeza y con su presencia también nos hace irnos en contra de nuestros principios, sin darnos cuenta que haciendo eso hacemos quedar mal a nuestro entorno, a nuestras raíces, a nuestras familias.
Con este contexto político desarrollaremos la siguiente pregunta ¿Cómo podemos aplicar el concepto de volunta ciega y racional del filósofo Schelling a esta política desmembrada y a esta seudo democracia que vivimos en la actualidad? ¿Podremos salir adelante?
Schelling en filosofía de la naturaleza habla del dualismo entre el bien y el mal, la voluntad ciega y la voluntad racional. Tenemos que saber despertarnos de la voluntad ciega para poder pasar al nivel de pensador, de creador de ideas, de hacedor de mi propia vida. Seguir la voluntad es llegar al punto de seguir el camino de la verdad o en palabras de Schelling, del absoluto.
En nuestro país distinguimos dos clases de gobernantes aquellos que simplemente buscan lucro y aquellos que están ahí velando por los seres humanos, por sus necesidades, éstos son aquellos que tienen en la mente el recuerdo de haber sido elegidos por el pueblo como encomendados o representantes ante el estado. Y es simple, solo hay dos caminos, el dinero o la razón, o en palabras más sencillas, el bien o el mal.
Se me viene una pregunta, ¿yo, como estudiante del Colegio San Gabriel, qué camino elijo, el bien o el mal, soy un ciego o un ser racional?
Duele tener que decir que al copiar en las pruebas, soy parte de la lacra que significan aquellos que dejan de ser personas para ser títeres, y si, paso a ser una carta de la baraja, un títere de todos aquellos que prefieren la vida fácil, la mediocridad.
La política comienza desde que estamos en un aula y convivimos con otro tipo de ideologías, cuando hay discrepancias o diferencias y se es capaz de dialogar o llegar a consensos. Pero en nuestra misma clase vemos los gritos, la bulla y que nadie es capaz de razonar y muchas veces de ceder, todos quieren el poder, y se creen mejor que los demás, “sobre mi solo el cielo” suelen pasar diciendo a cada uno. Es aquí cuando este tema se vuelve interesante, puesto que los futuros representantes del país supuestamente están recibiendo clases en esta institución. ¿Somos capaces de representar a un país entero si no somos capaces de controlar nuestros gritos, nuestras ideologías? ¿Somos capaces de gobernar o dialogar si creemos que tendremos siempre la razón? Para mi esa es una voluntad ciega, el hecho de pensar que estamos siempre bien. Por esto siempre es bueno hacer altos en nuestras vidas, detenernos por unos minutos a pensar sobre nuestras acciones. ¿Hemos actuado con razón o hemos sido ciegos ante la realidad?
Esta es la política que percibimos nosotros los jóvenes en el gobierno, y hasta en nosotros mismos, una disputa eterna entre el bien y el mal.
Es aquí que planteado nuestro problema tenemos que plantear soluciones y no ser simples espectadores de la vida política del país, no olvidemos que nosotros somos los partícipes de este país, que construimos con nuestras acciones el futuro de esta patria. Tenemos una gran responsabilidad en las manos y no podemos hacernos los ciegos ante una realidad obvia.
Pero ¿cómo lograr que el bien o la razón triunfen frente al mal o la ceguera?
Es una gimnasia de vida, muy difícil de practicarla por cierto, porque muchas veces la necesidad también nos puede llevar a cometer actos inmorales, es aquí donde entra el concepto de voluntad racional, puesto que ya hemos hablado bastante sobre la voluntad ciega.
La voluntad racional trata de seguir un camino, el camino de los mandamientos divinos o la ley moral. En este mundo lleno de corrupción es demasiado complicado vivir esto.
Aunque es claro ver que los niños son los únicos que viven sin egoísmos, sin mentiras. ¿Tenemos que ser niños para poder ser seres racionales? Una respuesta bastante difícil, pues los niños no, por lo tanto no son seres racionales. Entonces, ¿para no dejarse guiar por la voluntad ciega no hay que dejarse guiar por la voluntad racional?
Situación bastante difícil, pero es aquí que entra el concepto de que la racionalidad es la única guía del hombre. Y si, si no pensamos no vivimos, nos decía Descartes. Kant nos invitaba a vivir una vida recta dejándonos guiar por la voluntad divina. Y eso es la voluntad racional, escuchar a la vocecita que llevamos dentro y nos dice lo que esta bien o lo que está mal. Entregarnos a la voluntad de Dios, saber dejar toda situación en sus manos, confiar, tener fe, saber que Dios es grande y Él es el que nos guiará por el camino del bien, solo la confianza en Él nos hará dignos de llamarnos seres racionales que actúan de una manera moralmente buena.
En fin, los políticos tienen que dejar de pensar en si mismos, y pensar en el prójimo, en aquellos que en verdad los necesitan. Dios encarna en ellos, y seguir el camino de la humildad y la sencillez, es decir, de la pobreza, es seguir el camino del Reino de los Cielos, del Absoluto.